Es extraño, Señor, cómo varía la regla que calibra las nociones, cuando está referida a las naciones o apuntada a las almas y a su guía.
La humildad en un caso regiría pero, en cambio, el orgullo es de los dones con que fundas países. Las pasiones paganas de bravura en la porfía
y apetencias de gloria y de riqueza, se oponen al perdón y a la pobreza que ordenaste guardar en las conciencias.
Yo te pido humildad, moderación para cada argentino; mi Nación tenga orgullo, bravura y apetencias.